¿Recuerdas que al final del artículo anterior hablamos de la jerarquía de prioridades?
Pues bien, la base de esa escalera o jerarquía de prioridades deben ser tus principios y valores. Un éxito grande y duradero requiere valores y principios sólidos, mas no estamos hablando de volvernos santos ni de caerle bien a todo el mundo, sino de autoevaluarnos, descubrir qué necesitamos cambiar en nosotros mismos para conseguir lo que todavía no hemos podido y empezar a reprogramar nuestra mente identificando esos valores que debemos interiorizar, ordenarlos según su prioridad para nosotros mismos y dejarlos entrar en nosotros conscientemente hasta que se vuelvan algo automático de nuestro subconsciente.
El segundo peldaño de tu jerarquía de prioridades deben ser tus sueños y ambiciones. Estos no sólo le proveen dirección a tu vida, sino que te dan la disciplina y el carácter para desarrollar los nuevos hábitos que necesitas para administrar mejor tu tiempo. ¿Qué te gustaría hacer con tu vida si tuvieras el tiempo y el dinero necesario?
Los siguientes dos peldaños son nuestras metas a largo plazo y nuestras metas a corto y mediano plazo. Deben ser metas y objetivos claramente definidos. Escribe aquello que es importante para ti y colócale una fecha límite en la que debe cumplirse. Una meta no es más que un sueño con una fecha de término y un plan de acción definido.
Clasifica tus metas en 3 grupos diferentes según su importancia A, B y C (donde A es la categoría más importante y C es la menos importante). ¿Si supieras que sólo vas a poder cumplir una meta y las demás no, cuál sería esa? Esa debe ser tu meta A1 ¿y si supieras que sólo puedes agregar una meta más a esa primera meta y las demás no? Esa debe ser tu meta A2. Y así sucesivamente con A, B y C. Luego de tener claras tus metas, define una serie de actividades que te acercarán poco a poco a cada una de esas metas.
También es recomendable que no trates de trabajar en todas tus metas al mismo tiempo, pues puedes terminar colapsando. Recuerda que para poder alcanzar una verdadera felicidad debes vivir una vida balanceada, es decir, con equilibrio.
No importa qué tan grandes sean tus metas, lo importante es que logres dividirlas en pequeños pasos que puedas dar diariamente para acercarte a ellas.
El último peldaño de nuestra escalera de prioridades son nuestras actividades diarias. Apóyate en la ley de Pareto (20 / 80) y enfoca tu mayor esfuerzo en ese menor porcentaje de tus actividades que te garantizará el mayor porcentaje de tu éxito. Aprende también a separar lo “urgente” de lo realmente “importante”. Lo importante se refiere a aquellas acciones que están íntimamente ligadas a tus metas, valores y sueños, mientras lo urgente se refiere a aquellas cosas que demandan acción inmediata, pueden ser trivialidades que carecen de sentido, urgencias de importancia relativa, ya que algunas veces son importantes y otras veces no, o pueden ser prioridades que no necesariamente parecen urgentes, pero sí lo son y también son importantes. Por ejemplo, hasta que tú no hagas de la lectura algo además de importante, también urgente, no le darás el tiempo que se merece a ese hábito que puede llegar a ser tan saludable si eliges correctamente lo que lees.
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La persona promedio se debate entre los miles de accesorios disponibles en el mercado para poder recuperar el control sobre su tiempo y su vida, pero estos son sólo una parte de lo que necesitas para lograrlo. Empieza cada mañana con una lista de cosas por hacer o mejor aún, déjala hecha desde la noche anterior, te permitirá dormir más descansadamente y te levantarás al otro día con mayor determinación.
Apóyate en Aplicaciones dinámicas como Google Calendar, ya que son muy útiles cuando, por ejemplo, necesitas cambiar alguna actividad de fecha u hora y te permiten hacer seguimiento y tener recordatorios automáticos que puedes llevar en tu dispositivo a todas partes.
Por último, una de las cosas que te roban tu tiempo y te impiden alcanzar tus metas es creer que tienes que hacer todo lo que te encuentras en el camino, como mirar todas las notificaciones de tu teléfono mientras estás trabajando en tu oficina, contestar todas las llamadas de carácter no profesional que recibes, entre otros como pensar que no puedes delegar cosas que son urgentes y/o importantes, sólo porque no sabes delegar.
Recuerda, el tiempo no es oro, el tiempo es más que eso, el tiempo es la vida misma, no lo desperdicies, porque es la materia prima de la cual la vida misma está hecha, aférrate a tus sueños, desarrolla toda la disciplina que necesites y pon en práctica todo lo aprendido.
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¡Hasta la próxima!
Tomado del Audiolibro: La carrera contra el tiempo y cómo ganarla (parte 2)
Créditos: Dr. Camilo Cruz