Aprender a administrar nuestro tiempo no consiste en estar mirando el reloj o la agenda a cada rato, ni en luchar por cumplir horarios rígidos ni en tratar de cumplir cualquier tarea en el menor tiempo posible.
La verdadera esencia de la administración del tiempo está en ocuparnos durante el día a día de aquellas tareas que en verdad nos pueden acercar a nuestras metas y sueños más anhelados y en mayor concordancia con nuestros principios y valores.
Tanto la gente que ha tenido éxito como la que no, cuentan con días de 24 horas, y la única diferencia que hay por debajo de sus resultados es la forma como administran su tiempo.
Repito, no es vivir con rigidez o neurosis, tampoco se trata de pensar en productividad y efectividad a cualquier costo, hay que aprender a descansar y a recargar energías sin sentirnos culpables porque esa es la esencia de la vida misma, trabajar para vivir, no vivir para trabajar.
Es importante tener claro desde un principio que siempre habrá sorpresas e imprevistos en el camino al éxito, no podemos tener control total sobre nuestras vidas porque la vida no es 100% predecible, ni perfecta, pero si la vives acorde a tu esencia y alcanzas tus metas podrás percibir que la vida es hermosa y que vale la pena vivirla, sobre todo sin quejarse.
¿Has llegado a pensar que para alcanzar el éxito en tu profesión tienes que sacrificar tu relación con tu familia? ¿o que para alcanzar cierto éxito económico tendrás que sacrificar tu salud? ¿te parece que 24 horas al día no son suficientes? ¿crees que llegar a ser capaz de hacer lo que amas y amar lo que haces es sólo una fantasía y no existe?
Pues no eres el único, esta situación en Latinoamérica es más común de lo que te imaginas.
El primer paso para darle solución a este problema es cambiar nuestra percepción sobre nuestra vida, nuestra misión, nuestra razón de ser y el papel que jugamos en este mundo. Tenemos que empezar por entender que el presente no es un ensayo para una ocasión especial que algún día llegará, sino que la verdadera ocasión especial es hoy mismo y todos los días que vienen. Tenemos que tomarnos más en serio nuestra propia vida y a nosotros mismos y hacer diariamente esos esfuerzos que nos incomodan y que quizá estamos acostumbrados a reservar sólo para ocasiones que hemos considerado “especiales”.
Debemos planear el mañana y aprovechar la experiencia del ayer, pero debemos vivir el hoy a plenitud, como si el mañana no fuera a ocurrir y como si el ayer no tuviera sentido.
“Toda persona es tan feliz como se propone serlo” – Abraham Lincoln
Antes de continuar busca una hoja de papel y un lápiz o abre en tu computador un editor de texto para que tomes apuntes. Hazlo en privado, sin que nadie te esté viendo.
¿Ya? Entonces, escribe tus 3 sueños más importantes, como si hubieras encontrado una lámpara mágica y de ella hubiera salido un genio que va a hacerte realidad esos 3 sueños que más has anhelado toda tu vida, sin que se traten de metas profesionales o por lo menos dos de ellos no, así que sueña, imagina, sin límites y escribe ¿cuáles son esas 3 cosas?
Ahora por favor escribe en ese mismo documento todo lo que hiciste ayer, teniendo en cuenta que no se trató de un día festivo, ni de un fin de semana ni de tu cumpleaños o algo así. Escribe todo lo que hiciste desde que te levantaste hasta que te fuiste a dormir.
Ahora por favor compara los 3 o más sueños que escribiste primero con lo que hiciste ayer y señala aquello que hiciste ayer que de verdad te acerca a lo primero que escribiste y tendrás una respuesta a uno de los interrogantes más importantes que te puedes hacer en la vida: ¿Estás hoy trabajando activamente en la realización de tus metas y sueños más importantes? ¿estás viviendo en concordancia con lo que quieres lograr o simplemente estás viviendo día a día? ¿estás ocupado sobreviviendo o estás realmente viviendo?
Puedes tener buenas metas e incluso buenas intenciones, pero si no estás haciendo nada para que tus sueños se conviertan en realidad, entonces ¿cómo esperas que se conviertan en realidad? ¿por arte de magia? Pues déjame decirte que en realidad tú mismo eres el genio de la lámpara mágica, en tus manos está que tus sueños se hagan realidad. No es una fantasía, es tu decisión.
No puedes esperar a que las circunstancias sean favorables, porque si sigues procrastinando no sólo las cosas no van a mejorar, sino que se van a poner peor.
Una investigación demostró que la persona promedio emplea sólo 28 minutos semanales de conversación en tonos normales con su pareja y sólo 4 minutos semanales de conversación en tonos normales con sus hijos (los gritos, discusiones, regaños, no cuentan). Y eso no es nada. Otro estudio demostró que la persona promedio gasta más de 49 horas semanales viendo televisión, ¿puedes creerlo? ¡Eso es más que un trabajo! Y lo peor de todo es que si hacemos eso durante 70 años, que es el periodo de vida de la persona promedio, esto quiere decir que la persona promedio gastará aproximadamente 13 años de su vida viendo televisión. ¿No sería mejor levantarse y hacer lo necesario para salir a vivir la vida en lugar de pasarla sentado viendo la vida que sueñas a través de una pantalla? Pero eso no es nada, aún hay algo peor: la persona promedio gasta aproximadamente 5 años de su vida viendo solamente comerciales de televisión.
Cuando hablamos de aprender a administrar el tiempo nos referimos a dedicarle más tiempo a lo que es realmente importante en nuestras vidas, como pasar más tiempo de calidad con nuestros seres queridos y a comprometernos con nosotros mismos a renunciar a aquellas actividades triviales que no sólo nos están robando nuestro tiempo, sino que nos están robando la vida misma.
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Antes de hablar de estrategias efectivas de administración del tiempo, debemos hablar de aquellos enemigos o malos hábitos que nos roban nuestra vida. Una vez mencionados y explicados es necesario que te tomes el tiempo necesario para reflexionar sobre cuáles de estos malos hábitos hacen parte de tu repertorio personal y qué estrategias vas a desarrollar para combatirlos, ya que el 50% de tu efectividad en la administración de tu tiempo dependerá de la eliminación de estos malos hábitos.
El primer mal hábito es la mañanitis, también conocido como pereza o procrastinación. Las personas que padecen de él operan bajo la premisa de “no hagas hoy lo que puedes dejar para mañana” y el mañana se convierte en fin de semana, y el fin de semana se convierte en fin de mes y al final el día de hacerlo nunca llega o llega demasiado tarde, haciéndonos perder más tiempo o incluso otros recursos, como dinero. Procura atender de manera inmediata aquellas cosas que tienen fecha de vencimiento, así evitarás molestias en el futuro.
El segundo mal hábito (que suelen padecerlo mucho también aquellos que padecen del primero), es la excusitis, que se trata de vivir buscando culpables para justificar nuestra mediocridad al no hacer algo que siempre estuvo bajo nuestro control. Sólo hay 3 verdades que siempre se cumplen con respecto a las excusas: la primera es que si buscas una excusa con seguridad la encontrarás, la segunda es que encontrarás aliados o personas que también las crean o que te digan que a ellos les pasa igual y la tercera es que una vez dicha la excusa, nada habrá cambiado porque la mediocridad seguirá ahí, el problema permanecerá igual, no habrás avanzado sino que por el contrario, habrás retrocedido. Evita dar excusas, tus amigos no las necesitan y tus enemigos no las creen. Averigua qué es lo que tratas de justificar con tus excusas y ataca el mal de raíz.
El tercer enemigo son las buenas intenciones o “del análisis a la parálisis”. Se trata de pensar y hablar pero no hacer lo necesario para que los resultados se den. Las personas que lo padecen suelen perder credibilidad y agarrar fama de charlatanes, así que, no sólo planees, ¡actúa!
El cuarto enemigo es no ser capaces de decir “NO” y sobre-comprometernos. Muchas veces nos pasa porque vivimos buscando aceptación o tenemos miedo de ofender a la otra persona. Si aprendes a decir “NO” puede que al comienzo algunas personas se molesten, pero es un paso necesario para demostrar que ya no eres el tonto que le dice “Sí” a todo y te respetarán porque ven que respetas tu tiempo. Dedica tu tiempo sólo a lo que consideras realmente productivo e importante.
El quinto enemigo es el autoengaño. Quienes padecen de esto no les gusta que se les recuerde qué tienen que hacer sino que prefieren evadir su responsabilidad y fingir que todo está bien. Aceptar esto no es algo que nos guste ni nos traiga placer pero es un paso necesario para corregir aquello que se está interponiendo entre nuestras metas y sueños y nosotros mismos. Examina bien aquellas áreas de tu vida que tienen influencia sobre los resultados que has obtenido hasta ahora y exígete a ti mismo ese cambio que necesitas hacer para que las cosas de verdad mejoren.
El sexto enemigo de nuestro tiempo es la falta de metas y objetivos claramente definidos. Uno de los peores errores que podemos cometer es redoblar nuestro esfuerzo cuando hemos olvidado para dónde vamos. Metas borrosas dan resultados borrosos. Clarifica tu destino y descubrirás que tienes más control sobre tu vida y tu tiempo.
El séptimo enemigo de nuestro tiempo es vivir en el pasado o en el futuro pero nunca en el presente. Aprende a vivir en el presente haciendo lo que tienes que hacer y deja de pasártela pensando en algo que ya no puedes cambiar. Sí hay que planear, y también vale la pena recordar buenos momentos, pero no debemos demorarnos mucho en ello.
El octavo y último enemigo de nuestro tiempo es el perfeccionismo. Las personas que padecen de él operan bajo la premisa “si vale la pena hacerlo, vale la pena hacerlo bien o no hacerlo, porque esa es la persona que yo soy”. ¿Quién va a discutir con eso si suena tan bien? Es por eso que este enemigo no suele parecer un enemigo, pues se disfraza de cualidad, suena a responsabilidad, a entrega, pero en realidad se convierte en una excusa que nos limita y nos paraliza. No permitamos que el perfeccionismo nos paralice, tú no tienes que saber cómo hacer algo perfectamente antes de empezar, es más, la única manera de empezar a hacer algo bien es correr el riesgo de empezar a hacerlo cuando aún no sabes bien cómo hacerlo. En pocas palabras el verdadero dicho debe ser “si vale la pena hacerlo, vale la pena empezar a hacerlo pobremente con lo que tenemos hoy hasta que aprendamos a hacerlo bien”.
Todo en la vida son decisiones y aprender a auto-administrar nuestro tiempo de manera efectiva no nos quitará libertad ni espontaneidad, sino que por el contrario, nos permitirá experimentar un mayor control sobre nuestras vidas y eso nos brindará una gran satisfacción personal al ver que podemos materializar nuestras más grandes metas.
Albert Einstein definió el tiempo como una secuencia de eventos o experiencias, no necesariamente basándose en unidades como días u horas y cuando hablamos de administrar el tiempo estamos hablando en realidad de administrarnos a nosotros mismos. Todos tenemos las mismas 24 horas todos los días.
Uno de los más grandes beneficios de aprender a administrarnos a nosotros mismos es lograr convertirnos en personas proactivas y así dejar de ser personas reactivas, que sólo viven como víctimas que esperan a actuar cuando ya es demasiado tarde. Una persona proactiva previene, planea, ejecuta, mide y optimiza su diario vivir hasta donde tiene capacidad de controlarlo. Por otro lado, las consecuencias de ser reactivo son frustración, temor, ira, inseguridad, pérdida de motivación y un largo etcétera.
En la segunda parte estaremos compartiendo una serie de estrategias para aprender mejor a aplicar esta ciencia de la administración de tu tiempo o los eventos de tu vida, con base en tu propia jerarquía de prioridades según tus principios y valores y tus metas y sueños más ambiciosos.
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Tomado del Audiolibro: La carrera contra el tiempo y cómo ganarla (parte 1)
Créditos: Dr. Camilo Cruz