El día internacional de la felicidad se celebra el 20 de marzo desde 2013. Tiene su origen en las Naciones Unidas y busca, además de la felicidad individual, promover 17 objetivos de desarrollo sostenible:
- Poner fin a la pobreza
- Acabar con el hambre
- Salud y bienestar
- Educación de calidad
- Igualdad de género
- Agua limpia y saneamiento
- Energía asequible y no contaminante
- Trabajo decente y crecimiento económico
- Industria, innovación e infraestructura
- Reducción de las desigualdades
- Ciudades y comunidades sostenibles
- Producción y consumo responsables
- Acción por el clima
- Vida submarina
- Vida de ecosistemas terrestres
- Paz, justicia e instituciones sólidas
- Alianzas para lograr los objetivos
Desde niños nos han hecho creer a la mayoría de latinoamericanos que fuimos colonizados por la comunidad judeo-cristiana, que la vida es un cuento de hadas en el que una vez que te casas con el amor de tu vida lo que viene es un “y vivieron felices por siempre”, sin embargo, aunque no estamos para nada en contra del matrimonio, ¿cuántas familias en Latinoamérica son realmente felices? y ¿por qué? Pero primero debemos preguntarnos ¿qué es la felicidad para nosotros los latinos?
En esta región hay gustos de toda clase, pero debemos reconocer que aquí abunda la pobreza y que los gustos varían de una clase social a otra. No es lo mismo ser un político corrupto con una finca de más de 1.300 hectáreas, que vive haciendo fiestas en ella con paramilitares, mafiosos y chicas escorts para celebrar los miles de millones de pesos colombianos que se ha robado del Estado mientras millones de personas creen en su inocencia por su máscara de obispo, que ser un humilde trabajador que todavía cree en todo lo que ve en televisión y su prioridad son su pareja y sus hijos, tanto para que estos últimos puedan acceder a la educación superior como para que todos disfruten de eventos populares como conciertos, fútbol y festividades religiosas como la navidad o la semana santa.
Si una de nuestras metas a largo plazo es formar un hogar con alguien ¿está ese alguien de acuerdo con nosotros? ¿satisface nuestras expectativas? ¿no es una persona tóxica? Una familia que se enfrenta actualmente a la violencia por una inadecuada comunicación entre sus miembros, tiene esperanza de encontrar la paz y vivir momentos más felices si empieza por educarse emocionalmente, porque el enemigo de las familias latinas no siempre está allá afuera, a veces es el miedo, el ego, el apego y a veces no nos queda de otra que soportar los errores de nuestros padres y contemplar los resultados de nuestro cambio a través de las más nuevas generaciones, ya que, como suele decirse en nuestros países, “no se le pueden ensañar trucos a un perro viejo” o “loro viejo no aprende a hablar”, por eso es importante brindarle educación de calidad a los niños, niñas y adolescentes, tanto en el área intelectual como emocional y esto conlleva una gran responsabilidad para los docentes y padres de familia con el propósito de construir una sociedad mejor que la que ellos conocieron.
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Inteligencia emocional no es renunciar a todos tus hobbies para convertirte en una máquina de hacer dinero, ni mucho menos salirte con la tuya aprovechándote de otros, sino simplemente poder ver un partido de fútbol sin perder el control ni acudir a la violencia con los hinchas del equipo contrario, eso se llama ser civilizado, así mismo, una persona emocionalmente inteligente puede dedicarle tiempo a tareas poco productivas pero saludables como disfrutar de su pareja, amigos o demás familiares sin ansiedad o sin miedo a perder el tiempo, porque como muchas personas exitosas aseguran: si pasas todo el tiempo trabajando y no disfrutas de la vida, tarde o temprano lo lamentarás, trabaja para vivir, no vivas para trabajar. Eso la mayoría de latinos lo tienen muy claro, pero aquí en Latinoamérica a veces nos pasamos de folclóricos y esperamos que todo nos caiga del cielo o que sea papá gobierno, papá gran empresa o la comunidad en las calles quienes se hagan cargo de nosotros, cuando en realidad lo único que se le debe pedir a Dios es salud y sabiduría y lo demás lo debemos poner nosotros mismos por medio de la educación y el trabajo, ya que nuestra falta de resultados no es más que un conjunto de horas mal invertidas.
Si la felicidad es importante para la humanidad y en especial para los latinoamericanos, ¿no crees que deberíamos aprender con alegría en la escuela? en lugar de con miedo a no ser aprobados o con disgusto por contenidos que no nos aportan mucho a nuestra vida personal y social o por una mala actitud de parte del docente. ¿No crees que deberíamos educarnos para ser felices, más que para sobrevivir o depender de un salario? Y recomendamos además pensar en qué objetivos tenemos como familia, comunidad, ciudad y país para vivir en armonía y atravesar el progreso de nuestra sociedad en todos los ámbitos de la vida, con una buena o excelente actitud. Nosotros sabemos que un método efectivo para lograrlo es apoyarse en otros casos de éxito, tomar lo bueno de cada caso, aprender de ello y adaptarlo a nuestras circunstancias, obviamente primero conociéndose a sí mismo, porque nadie puede ser feliz viviendo la vida de otro, el conocerse, aceptarse y amarse contribuye a ser auténtico y alcanzar metas que de verdad le satisfacen.
Te invitamos a crecer y a tener en cuenta la frase que dice: “la gente grande habla de ideas, la gente mediana habla de hechos y la gente pequeña habla de los demás”. Expertos aseguran que un 80% de los problemas que enfrenta a diario el latino y que le roban la felicidad tienen su causa en la mala comunicación que este hace de sus pensamientos y sentimientos, así que simplemente pregúntate: ¿de qué te ha servido el chisme? ¿cuánto ganas con vivir pendiente de la vida de los demás? y ¿cuan mejor sería tu vida si te concentraras en vivir la tuya y dejar que los demás vivan la de ellos? Repetimos, la respuesta a tu búsqueda de la felicidad no está allá afuera, está dentro de ti mismo, eso es “inteligencia emocional”.
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